sábado, 10 de septiembre de 2011

Capitulo 2








Ha finalizado sus vacaciones, Félix se despide de doña Esperanza. Se tiene que enfrentar a un nuevo curso. Eso no le preocupa, lo que no suporta es tener que volver a vivir con su amarga tía. Se siente mejor con la familia del esposo de su madre que con su familia de sangre. La anciana es muy cariñosa. Lo trata de la misma manera que a sus nietos de sangre.
--No llorés, nos vemos el próximo año…
--Me gustaría quedarme aquí contigo… eres como mi abuelita…
--Soy tu abuela aunque mi hijo sea sólo tu padrastro, eras tan pequeño cuando se casó con tu mamá… --dice ella con cariño.
Félix nunca se ha sentido tan libre, tan feliz cuando está en esa casa. Aunque se calla sus tendencias sexuales, no vive tan reprimido como en la ciudad, con su tía. Rafael baja sus maletas y con su hija Estefanía que adora a su padre y no se despega de él. La hermana de Félix es tres años menor que éste.
--ya nos tenemos que ir… --dice Rafael dando un beso a su madre.
Estefanía es la primera en subirse al auto.
--ayudame con las maletas, hijo –le pide Rafael a Félix.
Félix se despide de su abuela nuevamente. Mira hacia la ventana, le hubiera gustado que su primo se acercara pero sólo ha sentido su rencor. Esos momentos en los que pasaba con su abuela eran los más felices de su vida porque además podía disfrutar del cuerpo de un hombre. Es demasiado tímido y no sabe bien cómo se podrá acercar a otro chico para tener lo que necesita, para no tener que seguir desahogándose en solitario. Llevaba casi un año haciéndolo, esperando volver a ver a su primo para darse placer mutuo pero se va sin haberlo logrado. Esto hace que se muestre triste. El viaje no es muy largo, lo hacen en el auto de Rafael. Estefanía al lado de su padre y Félix solo en los asientos traseros.





Paran el auto frente a una gran y fría mansión. Ya han llegado. Estefanía es la primera en bajar. Se muestra alegre pero no entra en la casa, está pendiente de otras cosas. Vive ajena a lo que diga su tía. Ni a Rafael ni a Félix les gusta vivir ahí pero Justina tiene mucho dinero y ellos son sus únicos herederos, Rafael no quiere perder para ellos la posición económica que su resentida cuñada les ofrece. El calor, la luminosidad, la alegría de la vieja casa de pueblo de doña Esperanza contrasta con la oscuridad y el lujo de esa gran mansión de la ciudad. Rafael baja del auto.
--Venga, Félix, ayudame.
Félix sale del auto con muy mala cara. Félix saca una maleta, se muestra apagado. Se queda mirando a Rafael.
--ahora a ti qué te pasa? --Rafael.
Félix sabe que Rafael es buena persona pero siempre ha marcado las distancias, no lo trata como a su hermana. No ha sido un verdadero padre para él.
--¿¿qué te quedas mirándome?
--Rafael, ¿no podías quedarnos a vivir en el pueblo? La tía Justina no nos quiere.
Rafael no lo trata mal pero tampoco con cariño.
--claro que no, ahí nos íbamos a morir de hambre.
--pero es que la tía…
Rafael no lo deja seguir.
--Gracias a ella tenemos un buen hogar, yo tengo un trabajo. Presido una empresa, en el pueblo ¿¿qué vamos a hacer?¿vida de granjero? Ahí yo no tengo nada qué hacer y tú tampoco tendrías futuro, es mejor ser paciente y hacer lo que dice tu tía.
A Félix le duele que su padrastro se deje dominar por su déspota tía por dinero. A él el dinero no le importa.
--pero vive amargada y quiere que todos estemos amargados. No nos deja escuchar música, cantar… ¡¡no se puede hacer nada en esta casa¡
--bueno, es viuda. Lo pasó muy mal. Debe ser duro casarse y enviudar el mismo año. Es comprensive que sea así.
--¡yo no me la banco¡
La severidad de su tía hace que Félix se contagie de la amargura de su tía. Se convierte en un chico gris al que le cuesta relacionarse con la gente.
--¿a mi edad crees que encontraría otro trabajo? Y menos tan bien pagado. Hay que comprenderla.
--bueno pero almenos yo podría quedarme en el pueblo. Así la abuela no estaría sola –dice con timidez.
--Mi mamá no está nunca sola, siempre está alguno de mis hermanos y mis sobrinos y tampoco quiero que seas una carga para ella, además tú eres el primogénito. Sabes que tu tía espera que te cases, que tengas hijos y que trasmitas el apellido de su padre.
--Sí, yo creo que la tía fue la que espantó a mi verdadero padre para que abandonara a mi mamá. No sé si porque no tenía novio o porque quería que su apellido se perpetuara.
--No digas esas tonterías, ¿para qué remover el pasado?¿es que quieres que tu tía se enoje con nosotros?
Félix habla con mucha tristeza. No se siente querido por su tía, se siente un objeto. Además nunca hará lo que se espera de él. Casarse con una mujer y tener hijos.
--¿pero no es verdad que tú querías adoptarme y la tía se negó?
Rafael acaricia a Félix con cierto cariño pero no es paternal. Es cierto que hizo esa propuesta pero fue más por obligación, le vino bien que Justina se negara.
--Ya deja de meterte con quien nos da de comer…
En seguida llegan los empleados que se encargan de las maletas. Félix agarra del brazo a su tío para que no se acerque a la casa.
--¿y ahora qué pasa? –pregunta Rafael que ya ha dado por acabado el tema.
Pero Félix sigue insistiendo con lo mismo.
--¡¡es que la tía quiere que todos nos amarguemos porque vive amargada y a mi eso me hunde¡
Rafael mira regañón a su hijastro, le acaricia la ropa.
--¿¿Quién pagará la ropa de marca que llevas, tu cara escuela? ¡podrás ir a la mejor universidad gracias a ella¡
--si pero es que siempre grita, ordena, tenemos que hacer lo que ella dice y es tan homófoba…. No soporta cada vez que habla de los gays como enfermos, como algo que hay que eliminar.
--si en eso tienes razón, a tu mamá tampoco le gustaban mucho los gays.
Félix no se atreve a sacar el tema, siempre ha querido hablar de ese tema con su padrastro. Dado que el sobrino de su padrastro lo sabe pues supone que Rafael también, le gustaría preguntarle a Rafael sobre eso. Confirmar que no fue cosas de su madre. Era Justina la única que estaba con ellos, Félix quiere pensar que, hasta en ese momento, su madre se dejó dominar. Justina siempre se lo recuerda a solas. Félix quiere pensar que Rafael no lo sabe, que no lo hubiera permitido, que lo hubiera defendido como un padre. Es algo que le duele y no se anima a hablarlo directamente.
--Yo no recuerdo que mi mamá fuera tan cruel como la tía. No era tan homófoba. Mamá hubiera aceptado un gay en su familia, la tía no.
--¿y qué más te da sino eres gay?¿porqué no lo eres verdad?
Y lo dice con preocupación. Sabe que Justina no lo permitiría, no quiere que Félix sufra y tampoco quiere perder su apoyo económico. Félix agacha la cabeza. Siente que no puede expresar su sexualidad ante su familia.
--claro que no…
Eso le causa tristeza. No le gusta sentir que hace algo malo.
--mejor para ti, para todos. Iba a ser una complicación para la familia que salieras gay. Es lo último que nos faltaba.
Ese comentario de su padrastro frustra y reprime aún más a Félix. Justina los está esperando en la puerta. Les da la bienvenida de una manera fría. Vestida de negro, oscura. A Félix le da miedo. Justina es una mujer de hierro, parece que no tenga sentimientos. No muestra alegría, se muestra muy fría. Nadie percibe como desnuda con la mirada a su guapo cuñado. Saber que él nunca se va a fijar en ella la hace aún más amargada y más déspota.



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